Desde luego, el nuevo regente de esa teocracia tiene un montón de frentes.
Sin embargo, los cardenales suelen contar con años de experiencia en negocios e inversiones, por lo que el dogma básico del dios dinero será la guía de actuación.
Ya el disfraz que se ponga... pues depende del primer punto.
Muy curioso, Italia es el tercer origen, debo confundirlos con argentinos! También un montón de franceses, suizos, alemanes, rusos, ingleses y norteamericanos.
Al que ha hecho el recuento, seguro que estos no le preocupan, pero estos sí vienen por los servicios y no huyendo de la guerra o del hambre...
Sabdalo
La mezcla es inevitable y lleva décadas predicha.
Ya somos más de 8.000.000.000 de cromagnones, y creciendo a un ritmo endiablado: cuando yo era jóven, aún éramos poco más de tres mil millones.
De modo que no hay frontera que valga.
Mucho mejor planificar y, como está haciendo España, integrar en el mercado laboral, con gran éxito para las finanzas públicas y la prosperidad de todos.
"Si volvemos la vista atrás, cada vez que Dios envió a un profeta fue para enfrentarse a una autoridad que no respetaba sus normas. La Torá dice que Moisés fue enviado porque el Faraón se había desviado del camino. La Biblia dice que Jesús fue enviado porque los judíos ya no respetaban las Escrituras. El Corán señala que Mahoma fue enviado porque ni judíos ni cristianos cumplían los mandatos divinos. "
Siempre nos queda otra opción: que el proyecto de una UE como poco más que un mercado común y +20 parias separados con una capa enorme de burocracia siempre fue ese, el no mirar por los intereses de Europa y menos por los de sus ciudadanos.
Si esas dos últimas cosas estuviesen sobre la mesa desde el primer día, estaríamos viviendo en otra unión europea desde hace mucho.
Pero ya se dejó atado y bien atado en aquella constitución de mentira que más de un país ni voto, y que solo una minoría se leyeron.
"Europe’s actions are not simply misguided; they are symptomatic of a deeper dysfunction at the heart of the EU project itself. The militarisation of society, the erosion of democratic norms, the consolidation of technocratic power and the suppression of dissent are not temporary wartime measures — they are the contours of a new political paradigm, one born of fear, dependency and institutional inertia. Cloaked in the language of security and values, Europe’s leaders are not defending the continent — they are entrenching its subordination, both to Washington’s fading hegemony and to their own failing regimes."
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