Es tentador mandarles con una caña a vivir en el islote de perejil como el tiempo que sumen las edades de esos no menos de 25 niños.
Y en pelotas.
Que se porcularicen todo el rato que resulte de su agrado y gusto.
Y la caña, con repuesto de anzuelos, no sea que se nos mueran de inanición y se lo pierdan