Es el llamado "negocio de la fe, SA".
Ancestral y por ello sabio, ramificado, incrustado, legitimado.
Otro epígrafe más del listado de hacienda de actividades económicas que, sin embargo, disfruta de una brumosa capacidad de impunidad.
Espero que, ahora que los incrédulos somos el 40% de los españoles, se nos transfiera el 40% de los ingresos que, desde las administraciones públicas varias, se le facilitan graciosamente a ese negocio de los católicos, gentes de un estado extranjero y teocrático.